domingo, 30 de enero de 2011

veintiocho.

Debería renunciar a ti, porque presiento que soy cómplice de tu ausencia. Del silencio más fuerte de todos los silencios posibles, de cuentas pendientes y roces sin solucionar. De palabras muertas que se acumulan en el baúl de nuestra historia, de rencor acumulado y tardes de agonía. De abrazos desquebrajados, besos insípidos y miradas sin brillo. ¿Dónde se escondieron los sentimientos más certeros, donde está todo ese amor que un día nos hizo inmortales?





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