viernes, 7 de junio de 2013

En un mundo de grises.

Ya estaba cansada de luchar, y reconoció que sus sentimientos eran más fuertes que ella. Así que tiró la toalla. 

—Te odio. —dijo ella.
—¿Por qué?
—Porque te amo demasiado.
—¿Y tengo yo la culpa de eso?
—Quizá no de que te quiera, pero sí de que me hayas enamorado. De que me sonrías como si me salvases, de que te quedes como si nunca fueses a irte, de que me hables por las noches y compartas mi insomnio, y de que te derrumbes a mi lado cuando yo me caiga. De todo eso eres culpable. De hacerlo todo perfecto, de parar el tiempo algunas veces, de acelerarme la respiración otras tantas, de que haya vuelto a creer en el amor cuando nunca antes lo había hecho,porque tenía doscientas mil razones para no hacerlo. Culpable eres de todas esas putas esperanzas que me dicen que todo saldrá bien, que me dicen que espere paciente a que me digas "Ven" para dejarlo todo, pero el problema es que yo ya lo he dejado todo. Que ahora sólo me queda mirar el reloj, y ver como las horas pasan, casi siempre matando, mientras no sé si sonreír, escapar o fumarme otro cigarro.

Y ella perdió la mirada en el horizonte, y quizá, posiblemente, también se perdió ella, allí, a lo lejos; "Y qué más da", pensaba para sí misma, "qué más da si ya no importa nada". Entonces él rompió el silencio.

—Si yo soy culpable de todo eso, tú también lo eres, cariño. Que te sonrío porque tú me has salvado; que me quedo porque es a tu lado donde llevo toda la vida queriendo escapar; que te hablo por las noches porque, al menos las mías, son todas tuyas, al igual que mi insomnio; que me derrumbo a tu lado porque, aunque no lo sepas, yo siempre te tengo cogida de la mano. Y qué me vas a decir a mí de hacer las cosas perfectas, si antes de ti sólo conocía el vértigo. Qué me vas a decir de parar el tiempo si, a tu lado, no existe; y que si yo te acelero la respiración, tú me la quitas, y que yo no sabía nada del amor hasta que tú decidiste entrar en mi vida. Y todo saldrá bien, cariño, o eso espero. Y si aún no te he dicho "Ven" es porque tengo miedo de que te vayas.

Y que tuviese miedo era normal. Aún, después de todo, sentía esa presión en el pecho que se siente cuando estás a punto de desnudarte del todo. Cuando sabes que, después, será demasiado tarde, y que podrán hacerte muy feliz o hacerte mucho daño. Que estaba a punto de saltar al vacío y sabía que podía morir. 

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