Si lo quise bien o mal, no importa, pero fue bonito, y supongo que si me duele olvidar es porque, en algún modo, merece la pena conservar aquello. Aquel amor, aquella droga, aquellas noches tan llenas de insomnio en su compañía. Tan llenas de su ausencia como esta, de mi incesante consultar nuestro chat de WhatsApp, odiando no atreverme a decirte que te echo de menos, y tanto, que hoy olvido cómo es eso de sonreír. No merece la pena dar muchas más explicaciones, siempre he creído que a mi vida le falta algo, una mitad, un alguien que supiese rescatarme a tiempo, que supiese abrazarme lentamente, y es que los abrazos son las tiritas para las heridas de dentro. Esas heridas que sangran menos y duelen más.Y creo que ese alguien a pesar de todo,eres o fuiste tu. No sé, quizá me equivoque. Quizá a nuestra vida no le falte nada, y sólo necesitemos aprender a sonreírle a nuestras cicatrices, a nuestras imperfecciones, al paso del tiempo, y un poquito también a la soledad. La soledad... vaya, ¿recordáis cuando de pequeños nos tapábamos la cara con las sábanas cuando teníamos miedo?, pues yo lo mismo con la soledad, pero no sirve de mucho. De nada, realmente. Y, es que, quién quedará cuando se hayan ido todos, y con quién compartiremos todos los atardeceres que nos quedan, y con quién nos quemaremos con el café por la mañana. ¿Con quién nos haremos ruinas? Quién nos follará, y nos hará el amor y nos dirá que todo irá bien cuando el mundo duela. Quién. Pues, yo, quiero que vuelvas a ser tú. Y que sea otra vez bonito pero para siempre. Y que, cuando te vuelva a tener , tenga la sensación de que todo este tiempo que he estado perdiendo,ha merecido la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.